¡si!
¡Adiós!
tan sólo eso, y adiós te doy.
No es un adiós que signifique que no volvamos hablarnos, o no volvamos a mirarnos.
Mi adiós no es esa lejanía de tiempo, o de distancia; ni la de llenar un vacío que deja una ausencia
con otra presencia.
Mi adiós, el adiós que te doy, es mucho más profundo, desgarrador y radical; es una interna lid
con uno mismo para desarraigar un sentimiento; es descarnarse para llegar al hueso y
apuñalar al recuerdo, y extraer de la sangre su veneno.
Mi adiós, el adiós que te doy, es mucho más profundo: es mi despedida a lo que dolorosamente eres
dentro de mí.
Rourke Boada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario