sábado, 21 de diciembre de 2013

Adiós



¡si!

¡Adiós!

tan sólo eso, y adiós te doy.

No es un adiós que signifique que no volvamos hablarnos, o no volvamos a mirarnos.



Mi adiós no es esa lejanía de tiempo, o de distancia; ni la de llenar un vacío que deja una ausencia
con otra presencia.


Mi adiós, el adiós que te doy, es mucho más profundo, desgarrador y radical; es una interna lid

con uno mismo para desarraigar un sentimiento; es descarnarse para llegar al hueso y 

apuñalar  al recuerdo, y extraer de la sangre su veneno.



Mi adiós, el adiós que te doy, es mucho más profundo: es mi despedida a lo que dolorosamente eres
dentro de mí.


Rourke Boada.


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